Hace justo diez años abrí un blog, al que titulé La Garlopa porque siempre me gustaron los oficios manuales: una garlopa es un cepillo con el que el ebanista lija la madera, una metáfora del trabajo que la prensa aspira a realizar con la información. Creé el blog con ayuda técnica de amigos duchos en las tareas de edición digital y cuando apenas tenía noción de este invento. Trabajaba entonces en Guadalajara Dos Mil y un periodo de convalecencia de casi tres meses, unido a la desesperación por volver a escribir, me llevó a invertir las interminables horas muertas en crear un espacio que sirviera, al mismo tiempo, de bitácora y de hemeroteca propias. Algo así como una permanente carta de presentación del trabajo personal.
Negar el componente ególatra y vanidoso de los blogs, ampliado hasta el infinito en las redes sociales, resulta absurdo. Tanto como no reconocer la utilidad de herramientas que permiten exacerbar los espacios de libertad y llegar a una audiencia colosal sin apenas salir del sillón del despacho de tu casa.
Cuando monté La Garlopa (creo que fue el primer blog periodístico como tal en Guadalajara), algunos compañeros lo saludaron con efusividad, otros con una mezcla de recelo e interés, y hubo hasta quien dijo que era un ejercicio de onanismo. Eran los tiempos en los que esta ciudad disponía de tres diarios de papel y una inflación de publicaciones. Algunos de los más reacios al formato blog, al cabo de unos años, acabó sucumbiendo y ahora pide ayuda para divulgar sus textos. Los mismos que no encuentran acomodo en ningún medio tradicional.
Recuerdo esto a cuenta del primer Congreso de Periodismo Digital de Castilla-La Mancha, que se celebra en Guadalajara este miércoles. Una cita innovadora que constata el auge de este tipo de periodismo en una región que hace una década estaba casi en blanco. El negocio del periodismo acostumbra a confundir el ocaso de la prensa tradicional con el fin del oficio. En realidad, lo que muere es una determinada manera de vender la mercancía periodística. El digital no es el futuro, es el presente. Ahora sólo falta tocar la tecla adecuada de la rentabilidad.
Se hace difícil entender el periodismo digital sin los blogs. Una bitácora de este tipo puede ser interesante desde el punto de vista periodístico, pero no siempre. No todo lo que circula por la Red es periodismo, de la misma forma que no todo lo que emite la televisión es periodismo. Internet es un charco inmenso que obliga al receptor a desbrozar la información, lo que implica tener criterio propio. Los blogs constituyen un género que han superado la barrera del tiempo. Aún siguen copando las ediciones digitales de los medios (nativos o tradicionales), y aún hoy continuando surgiendo a diario cuadernos personales en la Red que responden no sólo a un interés profesional, sino a inquietudes personales, a veces frívolas o sencillamente de especialización. Lo cierto es que las redes sociales no han conseguido destronar a los blogs.
En el terreno periodístico, suelen desdeñar estos espacios aparentemente menores aquellos que disfrutan de tribunas de relumbrón en la prensa de toda la vida. El influjo no siempre discurre paralelo a la difusión, pero ocurre que la audiencia millonaria del trallazo en internet supera con creces a la audiencia del papel. La proyección del blog de Thomas L. Friedman en el New York Times no tiene nada que envidiar a la de la columna Lex del Financial Times. Su ejemplo quintaesencia la idea profesional de los blogs: información relevante, un target consolidado y una capacidad probada para aportar valor añadido en los textos.
La extensión no siempre está reñida con la calidad. Un texto corto no es necesariamente mejor que un reportaje largo delante de la pantalla de un PC o de un iPad. El profesor Ramón Salaverría, que dirige el Departamento de Proyectos Periodísticos en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, subraya que “en internet no interesa lo corto, sino lo que tiene calidad informativa. Leemos largos textos en internet si nos interesan y en cambio nos paramos a la segunda o tercera línea de un texto poco interesante. El long form journalism, el periodismo de largo aliento con grandes reportajes, está recuperando en internet el espacio que había perdido en prensa”.
Los blogs sobreviven a esta tendencia. Y es posible que lo hagan no tanto por un prurito personal, sino porque cumplen algunos parámetros que parecen básicos: generar interés, información o un punto de vista novedosos, especializarse y estar bien escrito.
Son las inquietudes que hace una década me llevaron a La Garlopa y los que mueven este blog en Henares al día y el recién estrenado en ELMUNDO.es. Cada uno en su ámbito y con finalidades y audiencias diferentes, pero siempre con la utilidad del periodismo como guía. Escribir ayuda a ordenar el pensamiento. Hacerlo recibiendo el feedback de quien te lee supone un aprendizaje que considero esencial, especialmente, para los jóvenes periodistas.